Una iglesia local puede enfrentarse a la posibilidad de una reubicación física en algún momento de su vida ministerial. Algunas de las razones más comunes para contemplar un movimiento tan importante incluyen las siguientes:

– Facilitar el crecimiento. Las instalaciones ya no son capaces de sostener el ministerio, y la expansión del sitio por alguna razón no es posible.

– Reducir costos. En esta era post-Covid, algunas congregaciones han sufrido una disminución de la membresía y los ingresos, y necesitan reaccionar sabiamente a esta nueva realidad.

– Reposicionar el ministerio. Tal vez la congregación necesita responder a los cambios demográficos, tal vez sus miembros clave se han mudado a otros lugares, tal vez el liderazgo está en transición ó un cambio de estrategia se está haciendo necesario.

En realidad, las iglesias que se enfrentan a este tipo de decisión nunca están respondiendo a un sólo evento aislado, sino más bien a una combinación de puntos de presión simultáneos que pueden hacer que el camino por delante sea muy incierto.

Lo que la congregación necesita en este caso es un mapa de ruta. Como de costumbre, todo esto comienza haciéndose algunas preguntas difíciles e intentando encontrar respuestas honestas a esas preguntas.

La pregunta del “Porqué”: esta pregunta va a la raíz del problema percibido que se debe resolver, pero también tiene que ver con las motivaciones internas, las preferencias, la diferencia en el enfoque del ministerio, etc. de los involucrados. Por lo tanto, no todos los participantes ministeriales  responderán necesariamente a ésta pregunta de la misma manera. Hasta que el liderazgo del grupo pueda articular claramente lo que se está resolviendo y hasta que se pueda proponer con éxito una nueva visión estratégica, no se podrán dar más pasos en este viaje.

La pregunta del “Qué”: la decisión sobre qué hacer exactamente nunca es fácil, ya que cada alternativa tiene pros y contras, promesas y trampas. Tal vez una reubicación geográfica no resuelva las causas fundamentales del problema en cuestión. Puede ser que la remodelación del espacio existente sea el mejor uso de los preciosos fondos del Señor.

La pregunta del “Dónde”: a dónde mudarse, si esa resulta ser la decisión, afectará a quién se estará alcanzando de allí en adelante. ¿A qué grupos demográficos o culturales les está guiando el Señor a servir? ¿Qué edades y estratos socio-económicos? ¿Habitantes urbanos o suburbanos?

La pregunta del “Cuándo”: la respuesta correcta a esta pregunta no siempre es “lo antes posible”. El cuerpo de la iglesia debe haber sido preparado para ésta iniciativa de antemano, las finanzas deben estar listas, y se debe identificar una ubicación adecuada para el cambio.

Los detalles de la venta de su local existente (si ese es el caso) en relación a la compra del nuevo lugar deben coreografiarse adecuadamente para que el proceso sea lo más fluido posible.

Todo esto puede sonar mucho más difícil de lo que realmente es, usted puede estar pensando.   Y la respuesta es: Ud. tiene razón, si cuenta con un mapa de ruta. Otras congregaciones han navegado exitosamente antes que usted este tipo de proyecto, por lo cual efectivamente hay un mapa de ruta disponible (con algunas variaciones, dependiendo del caso, por supuesto). En otras palabras, existe un proceso paso a paso que recomendamos que su congregación considere para abordar este esfuerzo en forma efectiva.

En Church Realty, hemos estado ayudando a iglesias y otras organizaciones por más de 30 años a hacer precisamente esto. Permítanos compartir nuestro mapa de ruta con usted. Lo guiaremos con éxito a una nueva ubicación, para maximizar su ministerio, para un mayor impacto de Reino, para la Gloria de Dios y sólo de El.

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